Este lunes se cumplieron 90 años de uno de los terremotos más fuertes que han asolado nuestra comunidad y que se dejó sentir desde su epicentro en Turruncún, hasta Burgos, Pamplona, Zaragoza y Bilbao.

De acuerdo a datos, testimonios y recortes de viejos periódicos, el terremoto afectó sobre todo al área comprendida entre Muro de Aguas, Préjano, Arnedillo y Arnedo, zona en la que se produjo la caída de muchos edificios y daños estructurales que todavía son visibles, como en la Iglesia de Turruncún.

El sismo de la Rioja Baja de 1929 tuvo una magnitud de 5,1 como el que acaeció en Lorca (Murcia) en 2011 y que dejó 9 muertos y más de 300 heridos.

Alfonso Rey Pastor, del Servicio Sismológico del Instituto Geográfico Catastral, elaboró un estudio de localización del epicentro y de isosistas (forma de representar gráficamente los niveles de intensidad de un sismo).

Carta de Isosistas. A. Rey Pastor
Zona sísmica

A pesar de que La Rioja, y en concreto, La Rioja Baja, no es una zona de continua actividad sísmica, se han datado más 25 terremotos desde que se tienen registros.

Casualmente, dichos registros comienzan el 18 de marzo de 1817 en Arnedillo, donde se produjo el terremoto más devastador que ha asolado nuestra comunidad, cuya intensidad fue de 6 grados en la escala de Richter. Solo en Préjano, los libros de la época, cuentan que dejó en ruinas casi las 200 casas del pueblo.

Según los geólogos, a pesar de que el territorio riojano es pequeño, en comparación con otras comunidades autónomas, su geología es muy compleja. La existencia de una falla de Este a Oeste y que divide la sierra del valle explica estos movimientos.

Además, la concatenación de sismos cada cierto periodo de tiempo, indica que nos encontramos en una zona de actividad sísmica moderada, tal y como detalla el estudio de la Universidad de Zaragoza Geolodía 2012 La Rioja.